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Menos es más: los peligros de fertilizar en exceso las plantas de cannabis

Por: Contributor

La fertilización del cannabis plantea un desafío importante para los cultivadores: encontrar el equilibrio perfecto entre la aportación de nutrientes y el rendimiento óptimo de las plantas. Aunque pueda parecer lógico suministrar nutrientes en exceso para asegurar un desarrollo vigoroso, investigaciones recientes desmienten esta práctica, poniendo de relieve los peligros del llamado «consumo de lujo», un fenómeno que no solo genera un uso ineficiente de los recursos, sino que también puede afectar negativamente a la salud de tu marihuana.

En la búsqueda de plantas de cannabis lo más productivas y exuberantes posibles, es fácil que los cultivadores, especialmente aquellos que se inician en este noble arte, caigan en la tentación de pensar que cuanto más alimento, mejor. Esta creencia a menudo conduce a una fertilización excesiva, una práctica que puede hacer más daño que bien. Si bien los nutrientes son esenciales para el crecimiento del cannabis, un exceso puede alterar el delicado equilibrio necesario para un desarrollo saludable, lo que genera una serie de efectos perjudiciales.

¿Qué sucede cuando se fertiliza excesivamente la marihuana?

Una de las consecuencias más inmediatas y visibles de la sobrefertilización de las plantas de marihuana es la quemadura por nutrientes, un problema que se manifiesta con hojas en forma de garra (se curvan hacia abajo, adoptando una apariencia de garra), coloración en un tono verde oscuro más intenso de lo normal o puntas marrones o amarillas en las hojas, que se van extendiendo gradualmente a medida que la planta lucha por hacer frente al exceso de alimentación. La quemadura por nutrientes no solo atrofia el crecimiento, sino que también reduce la vitalidad general de la planta, lo que da lugar a menores rendimientos y a un cannabis de peor calidad.

Otro problema importante que surge de la fertilización excesiva es la acumulación de sales en el sustrato. La mayoría de los fertilizantes contienen sales y, cuando se aplican en exceso, estas se acumulan en el medio de cultivo. Con el tiempo, la concentración de sales puede llegar a ser tan alta que inhibe la capacidad de la planta para absorber agua y nutrientes esenciales. Esto da lugar a lo que se conoce como «bloqueo de nutrientes», donde a pesar de la abundancia de nutrientes en el suelo, la planta no puede acceder a ellos, lo que provoca deficiencias y mala salud.

La fertilización excesiva también puede tener efectos perjudiciales en el sistema radicular del cannabis, el sustento de la planta y el responsable de la absorción de agua y nutrientes. Cuando se somete a una sobrecarga de nutrientes, el sistema radicular puede resultar dañado; y en casos extremos, esto puede provocar la pudrición de la raíz, una afección que puede matar rápidamente una planta si no se trata con prontitud.

Por eso, si has sobrealimentado a tu cannabis, lo primero que deberás hacer es dejar de hacerlo. Continuar con la fertilización solo prolongará el problema, así que asegúrate de eliminar el exceso de fertilizante y hacer un lavado de raíces con agua. Es posible que incluso debas trasplantar en tierra nueva si el suelo está sobresaturado de fertilizantes.

Pero más allá del impacto directo sobre las plantas, la fertilización excesiva también tiene consecuencias ambientales más amplias, ya que el exceso de abonos puede filtrarse al medio ambiente circundante, contaminando las fuentes de agua y dañando los ecosistemas locales. Este daño ambiental es particularmente preocupante en áreas donde el cultivo de cannabis está muy extendido, ya que puede contribuir a una degradación ecológica más amplia.

Menos es más: los peligros de fertilizar en exceso las plantas de cannabis
Las plántulas son muy sensibles a la sobrefertilización: siempre presta atención al color y la forma de las primeras hojas verdaderas.

El “consumo de lujo” como piedra angular de la alimentación

La sobrefertilización está comúnmente asociada al concepto de «consumo de lujo» en el cultivo de cannabis, lo que puede generar más perjuicios que beneficios, tanto para las plantas como para los cultivadores. Este enfoque, que implica proporcionar más nutrientes de los necesarios con la esperanza de maximizar la producción, puede ser contraproducente y costoso.

El término «consumo de lujo» se refiere a la creencia de que las plantas absorberán nutrientes en exceso si están disponibles, utilizándolos para crecer más rápido o producir mayores rendimientos. Sin embargo, las investigaciones demuestran que, más allá de cierto punto, las plantas no solo dejan de aprovechar estos nutrientes adicionales, sino que pueden sufrir consecuencias negativas.

Así lo demuestran estudios exhaustivos realizados en la Universidad Estatal de Carolina del Norte (NSCU) y por el Institute of Soil, Water and Environmental Sciences de Israel, que han examinado los efectos de diferentes tasas de fertilización sobre el crecimiento de las plantas, la absorción de nutrientes y las concentraciones de cannabinoides.

Una de las conclusiones más relevantes de estas investigaciones es que el cannabis puede exhibir un “consumo de lujo” de varios nutrientes, incluyendo magnesio (Mg) y fósforo (P). En pruebas con fertilización de fósforo a tasas entre 15 y 180 ppm, se constató que aumentar la dosis por encima de 15 ppm no mejoraba ni el crecimiento de las plantas ni el peso total de los cogollos, aunque sí incrementaba las concentraciones de fósforo en el tejido foliar.

Por su parte, los estudios sobre magnesio, con tasas entre 0 y 100 ppm, revelaron que superar las 50-75 ppm no favorecía el crecimiento ni la concentración de cannabinoides, a pesar de la acumulación de este nutriente en las hojas. Estas investigaciones demuestran que absorber más nutrientes no necesariamente conlleva mayores rendimientos, y puede, en cambio, crear desequilibrios internos perjudiciales.

El peligro de los antagonismos nutricionales

Y es que el consumo de lujo puede generar conflictos entre nutrientes esenciales, llamados «antagonismos». Los fertilizantes aportan nutrientes en pares para equilibrar sus cargas, como el potasio (K+) o el calcio (Ca2+) y el nitrato (NO3-). Cuando un nutriente se aplica en exceso, se puede producir un antagonismo, evitando que otro nutriente sea absorbido, incluso si está presente en el fertilizante.

Este fenómeno es común entre la mayoría de los macronutrientes; por ejemplo, aunque no se detecte toxicidad por fósforo, una acumulación excesiva puede causar deficiencia de hierro (Fe), un micronutriente crítico para la fotosíntesis.

Otro ejemplo es la relación entre el potasio (K), calcio (Ca) y magnesio (Mg), donde se recomienda mantener una proporción 4:2:1 para evitar antagonismos. Y es que un exceso de calcio (Ca) puede inducir deficiencias de magnesio, incluso si este último se aplica en cantidades adecuadas.

Porque menos siempre es más

Como muestran estos estudios, la gestión de la fertilización debe basarse en satisfacer las demandas reales de las plantas, evitando excesos que no aportan beneficios. Al ajustar las tasas de fertirrigación y diseñar recetas de fertilización adaptadas, los cultivadores pueden prevenir problemas derivados del consumo de lujo, como antagonismos y estrés nutricional. Esto no solo asegura la salud de las plantas y la calidad de los cogollos, sino que también reduce el gasto en fertilizantes, haciendo el proceso más eficiente y sostenible.

Por tanto, la clave para un cultivo exitoso de cannabis radica en abandonar la idea de que, a la hora de fertilizar,  «más es mejor». Proporcionar exactamente lo que las plantas necesitan optimiza el crecimiento y la producción, minimizando los problemas relacionados con el consumo de lujo. Y con este enfoque equilibrado y basado en evidencias científicas, los cultivadores pueden maximizar tanto el rendimiento como la sostenibilidad de sus plantaciones.

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