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La microtonalidad de King Gizzard and The Lizard Wizard

La microtonalidad de King Gizzard and The Lizard Wizard

Por: Ruido Rojo Cultura

Hace unos meses el “Bigdata”, algoritmo sabio que conoce mis gustos mejor que yo y me observa mientras duermo, me sugirió en Youtube el primer single de adelanto del nuevo disco de los australianos King Gizzard & The Lizard Wizard.

Me quedé un poco perplejo al ver que ya tenían material nuevo tras ese estupendo “Nonagon Infinity” (Heavenly Recordings, 2016), pero tampoco me sorprende que los australianos son una banda hipervitaminada y con una actividad compositiva muy frenética en los últimos cinco años; nueve discos lo verifican. Todo lo anterior se complementa con esa diversión y desenfreno que respiran sus canciones. Empieza el tema y percibo que hay algo raro en el sonido. No es que suene mal, de hecho tiene flow. Me estoy rayando un poco por no saber qué pasa y observo con detenimiento el mástil de las guitarras y el bajo. Uno, cuatro, doce, diecisiete, veintidós, treinta y cinco… ¿cuarenta trastes? Mucho traste. Dejen paso a la vieja microtonalidad, quiere un hueco en el rock psicodélico actual.

La microtonalidad de King Gizzard and The Lizard Wizard

Los australianos vuelven con su nuevo disco Flying Microtonal Banana” (Heavenly Recordings, 2017) y los vamos a tener hasta en la sopa durante un tiempo. Esa actividad frenética que practican, se ve acompañada por vueltas de tuerca continuas en el concepto de sus discos. Esta actitud y preocupación renovadora es lo que hace única a esta banda, alejándose de los convencionalismos de los estándares musicales, que les ayuda a evolucionar por el camino que ellos mismos construyen. Esta vez le ha tocado al mundo de la microtonalidad, en el que llevan buceando durante un tiempo para impregnar con su esencia a los temas de su noveno trabajo.

La microtonalidad de King Gizzard and The Lizard Wizard

Esta característica es el alma y la esencia armónica de la música turca y del norte de África, convirtiéndose también en el alma de su nuevo disco. La escala microtonal tiene su origen en la tradición árabe, dando ese toque tan característico a la música de muchas de estas culturas u otras europeas que se han visto influenciadas musicalmente por este sistema, como puede ser el flamenco, el cual tiene parte de su origen en el África negra. Para entender todo esto hay que hacer una aclaración técnica: mientras en Occidente la octava musical se compone de 12 semitonos, en la microtonal la octava está compuesta por 24 cuartos de tono. Esto se traduce en trastes más pequeños y una guitarra totalmente diferente con sonidos de herencia árabe que han aprovechado para colorear su nuevo disco. King Gizzard siguen sonando a garagerock psicodélico, pero ahora con el aporte de la microtonalidad árabe.

La microtonalidad de King Gizzard and The Lizard Wizard

El disco empieza con Rattlesnake, su primer adelanto y uno de los mejores temas del disco. Todo un alarde krautrock en el que la uniformidad de la base le permite añadir varias capas y bloques. La microtonalidad teje la textura por la que se pasea sin corte una zurna turca y el wahwah, como si hubiesen estado toda la vida conviviendo. Un cambio de rítmica abre Melting para adentrarnos en la selva sonora, donde la melodía vocal se diluye entrelazándose con los teclados y los arreglos de raíz árabe. Empezamos a meternos en paisajes exóticos.

La microtonalidad de King Gizzard and The Lizard Wizard

Openwater abre como un tiro, sintiéndonos como una serpiente encantada que se desliza por una tela krautrock,mientras la zurna vuelve a resonar. Hay que destacar el trabajo de las dos baterías, aportando dinamismo y variedad de recursos rítmicos, lo que hace enriquecer la fórmula desde la base. Uno de mis temas favoritos es Sleep Drifter. Cuando lo escuché como adelanto me pareció un temazo, pero ver cómo ha encajado en el contexto global hace que adquiera otra dimensión.

Billabong Valley y Anoxia provocan un cambio en la secuencia del disco, pero la tensión del groove permanece, mutando a riffs más pesados que mantienen esta inercia en Doom City. Nuclear Fusion fue otro de los adelantos de la banda, con la que se encara la recta final. Resulta increíble cómo las melodías vocales se han mezclado con la sonoridad de las escalas microtonales, con ciertos dejes en la voz que hace que se acoplen de manera más natural a lo largo de todo el elepé.

Flying Microtonal Banana cierra el disco con esas rítmicas tribales y las zurnas, elementos que de una manera u otra han estado presentes a lo largo de todo su desarrollo, dejando ese coletazo final que vuelve a enlazar con el comienzo del disco, a lo Nonagon Infinite en un guiño a ese bucle de su disco anterior.

Seguiremos atentos a lo largo del año ya que King Gizzard & The Lizard Wizard volverán próximamente para sacarle partido a sus guitarras microtonales con cuatro discos más. Así son ellos. Por lo pronto este Flying Microtonal Banana sigue la senda de un concepto de disco bien pensado desde la base y ejecutado con todo el carisma de una banda que ya es todo un referente en su corta existencia.

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