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Rebeldes periféricas del siglo XIX, las cigarreras

Rebeldes periféricas del siglo XIX, las cigarreras

Por: Laura Rueda Cultura

En 2008 Ana Muiña publicó Rebeldes periféricas del siglo XIX (Linterna Sorda), un libro que cuenta la historia de 350 mujeres transgresoras, casi anónimas, implicadas en los movimientos sociales contemporáneos. Feminismo, sindicalismo, naturismo, librepensamiento, la liberación sexual, los derechos reproductivos… Gracias a su lucha y coraje, podemos disfrutar de muchos de los derechos que tenemos hoy. 

“Considero que la rebeldía es la capacidad más importante que tenemos los seres humanos de oponernos a los distintos poderes. Es una opción personal, un deber que con muchísimas personas se hace colectivo. Pero es la capacidad de la desobediencia civil, que para mí es importantísima y que cualquier persona debe tener asumida en su vida cotidiana. El decir no a todo lo que sea opresión, discriminación y jerarquía”. Así explicaba Ana Muiña en una entrevista con Radio Qk el motivo del título de su libro.

La autora comenzó a investigar a las “Mujeres libres”, un movimiento de mujeres libertarias que hubo en la revolución social de España entre 1936 y 1938. Descubrió que muchas de las conquistas que se consiguieron en esta época (matrimonio civil, aborto…) bebían de sucesos que ocurrieron mucho más atrás. Y es entonces cuando se topa con el siglo XIX. Su conclusión es que todos los movimientos sociales nacen en esta época, “fue el siglo de las grandes luchas en el que nace el anarquismo, el socialismo, el pacifismo, el movimiento de emancipación de las mujeres, el antimilitarismo… y me doy cuenta de que todos estos movimientos están interconectados”.

Rebeldes periféricas del siglo XIX, las cigarreras

Durante 216 páginas, Ana Muiña redescubre a estas mujeres que, a pesar de haberlo tenido difícil, persistieron y demostraron al mundo que hasta lo imposible puede hacerse realidad. La autora les hace un homenaje, ya que, pese a su peso en la historia, hasta ahora, como ocurre con muchas mujeres de la historia, eran nombres anónimos. María Isidra Guzmán Y De La Cerda, primera mujer que ostentó en España el título de mujer; Beatriz Cienfuegos, pionera del periodismo español; Carmen de Burgos Seguí, periodista, escritora, traductora y activista de los derechos de la mujer española… 

Uno de los capítulos está dedicado a Las Cigarreras, unas de las primeras mujeres en incorporarse a las fábricas. “En aquella época, el trabajo fuera del domicilio estaba muy mal visto. Por eso las mujeres solían trabajar en casas ajenas o en la suya propia como encargadas del hogar. Lo peor que le podía pasar a una mujer trabajadora era desempeñar su actividad laboral en una fábrica”. Ana Muiña cuenta que a las mujeres obreras se les llamaba de forma peyorativa y que estaban en naves en unas condiciones terribles con tisis, famélicas… Debido a esto, morían muy jóvenes reventadas de trabajar desde los 5 años y con jornadas de 16 horas. 

Las Cigarreras ya trabajaban durante el nacimiento del capitalismo en España. De 1830 a 1840 protagonizaron unas revueltas tremendas y los primeros movimientos luditas, que consistía en quemar la maquinaria nueva que les entraba porque les quitaba puestos de trabajo. Tenían una gran autoorganización: limpieza, comida y lectura de periódicos. Muchas de ellas, como gran parte de la población, eran analfabetas. Elegían a una mujer que pudiera leer, a cambio de unas monedas, para estar al día de la actualidad y también para conocer los libros de literatura social. Por eso eran mujeres muy activistas, que estaban muy enteradas de lo que se movía en ese momento. 

La Real Fábrica de Tabaco de Sevilla era una de las más grandes de Europa y tanto esta como la de Alicante y Madrid eran las que más número de cigarreras aglutinaban. Si este movimiento obrero femenino comienza en 1812, no es hasta 1828 cuando empiezan a organizarse, debido a las terribles condiciones laborales que tenían y sus bajos salarios. En 1834 forman las primeras Hermandades de Socorro Mutuo. Gracias a las revueltas de 1830 a 1842 consiguieron logros como salas de lactancia y guarderías, además de mejoras laborales y una remuneración salarial fija, ya que cobraban según lo producido. 

De estar mal vistas por trabajar fuera del hogar, Las Cigarreras pasaron a ser consideradas mujeres independientes y de ideas avanzadas. Este colectivo fue el primero en afiliarse a clubes republicanos y librepensadores de mujeres. Le plantaban cara colectivamente a la policía (guindillas) y rechazaban el matrimonio, además de la iglesia. Escritoras como Emilia Pardo Bazán inmortalizaron la historia de las cigarreras en sus libros. Bizet las incluyó en su ópera Carmen. 

Gracias al libro Rebeldes periféricas del siglo XIX de Ana Muiña, podemos conocer un poco mejor el papel de estas mujeres valientes. Además de dedicar su vida a esta lucha y dar todo su tiempo y energía por su independencia, derechos y libertad, lo estaban haciendo a la vez por las generaciones futuras de mujeres.

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